Por: Raul Anthony Olmedo Neri
Independientemente de la pandemia, el mes del orgullo en México tiene como finalidad reivindicar en la sociedad otras identidades/orientaciones sexuales que van allá del binomio heterosexual hombre/mujer. Si bien, en los últimos años se ha dado paso a un engrandecimiento de las actividades alrededor de la comunidad LGBT+, lo cierto es que esto no sucedía de la misma forma hace 50 años, ni mucho menos a inicios del siglo XX.

Por ello, en esta ocasión haremos un breve recorrido histórico sobre el movimiento de la diversidad sexual en el país y algunos textos que pueden ser útiles para conocer más sobre el tema. Es difícil resumir la historia de la diversidad en México porque ella es tan larga como la propia existencia de esta nación, así estos breves apuntes quieren dar un panorama general, como dar algunas referencias para que el lector pueda profundizar en cada uno de los temas.
La Colonia
Durante este periodo existen diferentes documentos que relatan los encuentros homosexuales en los temazcales que en esa época eran famosos y concurridos. Los encuentros eran esporádicos y bajo la sombra de la complicidad entre los que acudían; sin querer, ellos fueron apropiándose de ese espacio público para poder tener encuentros afectivos.
Actualmente, tanto los temazcales o también conocidos como baños de vapor, se encuentran en desuso, lo cierto es que esta práctica de apropiación puede vincularse a otros espacios como el último vagón del metro, algunos parques públicos o espacios que con el paso del tiempo se han utilizado para mantener esas prácticas.

En esos tiempos por ser un acto en contra de las normas que venían implantándose bajo el catolicismo, se hacía bajo la clandestinidad, pero ahora, aunque se ha ganado terreno en la visibilidad, estas formas de interacción se siguen realizando y ampliando a otros espacios.
Para conocer más sobre este tema, se puede consultar el texto de Alonso Hernández titulado “Hábitats en peligro de extinción. Los vapores y parques de México” que se encuentra en el libro México se escribe con J.
El Porfiriato
Durante este periodo (finales del siglo XIX e inicios del XX) la sexodisidencia no sufría de un mejor contexto en el ámbito público. De hecho, es en este lapso que se da la muy famosa “Redada de los 41” en 1901, donde una fiesta realizada por personajes de clase media fue detenida por ‘faltas a la moral y las buenas conductas’, es decir, acciones que eran mal vistas y que atentaban con el orden y la paz pública.

En ese hecho se menciona que fueron detenidos los implicados, entre los que destacaban hombres vestidos con prendas femeninas… la historia cuenta que allí se encontraba Ignacio de la Torre y Mier*, el yerno del entonces presidente Porfirio Díaz. Los arrestados sufrieron diversos finales: unos que poseían una posición política o económica relevante tuvieron que sufrir con el estigma, mientras que otros menos afortunados fueron llevados a Yucatán, para trabajar de forma forzada (casi como esclavos) en las haciendas henequeneras.
Este evento cobra relevancia en la historia de la diversidad sexual mexicana por ser, quizás, la primera forma en que la homosexualidad se presentó en el espacio público y tuvo impacto en la opinión pública por su difusión mediante los medios de comunicación. Además, México se encontraba en un proceso de formación del Estado mexicano, dando paso a ser un escándalo dentro del “orden, progreso y amor” que profesaba la gestión de Díaz.
Si bien, los tiempos han cambiado queda claro que los medios de comunicación han tenido un papel relevante para la construcción de estereotipos y estigmas hacia la comunidad. La forma ‘noticiosa’ en que “La Gaceta Callejera” retrató dicho evento pasaría a ser base de futuras publicaciones peyorativas como las realizadas por el periódico “¡Alarma!”.

Para conocer más sobre la forma en que los medios han participado como promotores del estigma y los discursos de odio, se puede consultar el libro de José Antonio Medina titulado “Representación social de los homosexuales en los medios de comunicación: devenir, estigmas y la lucha por la igualdad” publicado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
* Existe un debate sobre si Ignacio tuvo una relación (o al menos encuentros afectivos) con otras figuras importantes de la historia reciente de México, particularmente se habla de una relación con Emiliano Zapata. Sin embargo, este hecho lo vuelve un tanto complicado y complejo ya que mostrar la parte homosexual sobre la figura de uno de los representantes de la Revolución Mexicana implica romper estereotipos y de paso, masculinidades de por sí frágiles.
El Frente de Liberación Homosexual (FLH) y las marchas.
Ya a finales de los años 60 e inicios de los 70, tanto el movimiento estudiantil como la ola de movilizaciones sociales a nivel mundial dieron paso a un profundo cuestionamiento sobre prácticas sociales, culturales, estatales y policiacas que se venían desarrollando a costa del bienestar de ciertos grupos sociales.

La homosexualidad no era la excepción. Aunque ya había una ligera aceptación, los estigmas de la población y las prácticas discriminatorias en la Ciudad de México y otros estados como Jalisco, Baja California y Nuevo León se convertían en formas de opresión y represión. Las razzias eran redadas que realizaban los policías en bares donde confluían homosexuales, lesbianas y travestis; los detenidos eran sometidos a procesos de extorsión y humillación. Aunque la aceptación de la homosexualidad estaba dada en mayor medida en la esfera íntima de las personas (familia y amigos), esto se daba en mayor medida en círculos intelectuales y estratos socioeconómicos altos.
Mientras unos recibían la aceptación de sus padres, otros corrían el riesgo de ser sometidos a terapias psiquiátricas para tratar de “arreglar” el problema. Lo que hoy se conoce como Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG) ya poseen una triste historia en el país.

De acuerdo con Jordi Diez, además del conjunto de prácticas estatales represivas y la constante estigmatización de la comunidad LGBT+, hubo un evento particular que impulsó la formación del FLH: el despido de Fernando Vigortto por presentar una “conducta homosexual”, que generó indignación en un grupo de intelectuales entre los que se encontraban Nancy Cárdenas y Carlos Monsiváis. Perder tu trabajo por ser lo que eres se convirtió en la gota que derramó el vaso.
Pronto se organizarían intelectuales para reflexionar sobre la liberación homosexual, atraer simpatizantes, generar una identidad colectiva y poder originar acciones en favor de dicha comunidad. Las reuniones eran clandestinas por ser mal vistas (y estamos hablando de los inicios de 1971). Sin embargo, por dimes y diretes dentro del colectivo, éste se desintegraría y daría vida al Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y otros más se generarían como Grupo Lambda y Oikabeth. Aunque con nuevos colectivos, se mantenían ciertas vinculaciones para seguir contribuyendo en la lucha por una sociedad incluyente.

La primera salida al espacio público como contingente se da en 26 de julio de 1978 por parte del FHAR, y de acuerdo con Juan Jacobo Hernández, se debió como una forma de protesta ante el regaño de Calos Monsiváis por cuestionar a Roberto Cobo* por sus comentarios sobre la comunidad en “El lugar sin límites”. De allí, la lucha se verá de manera constante y particularmente cobrará sentido en junio de cada año para dar paso a la reivindicación; la salida del clóset no será más una forma metafórica del aceptar, sino también de reconocer ante la sociedad que el amor es amor, independientemente del sexo, el estatus o la condición económica.
Con cada marcha, cada año, cada lucha, el movimiento ha tenido momentos de apogeo (proliferación de colectivos y acciones a favor de la comunidad) y momentos de latencia (la propagación del VIH-Sida en México y la estigmatización de la comunidad por parte de grupos conservadores y religiosos). La ‘eterna’ lucha por hacerse visibles en la sociedad y reivindicar que su presencia no es signo de trastorno o enfermedad ha dado paso a una formación cívica de la ciudadanía, a la par de una sensibilización del Estado mexicano para atender las demandas legales y legítimas de esta población.
Para ahondar en el activismo del movimiento en sus primeras décadas, les recomiendo el libro de Jordi Diez titulado “La política del matrimonio gay en América Latina”, editado por el Fondo de Cultura Económica, así como las diversas conferencias que han dado pioneros del movimiento como Xabier Lizarraga, Jacobo Hernández y Yan María Yaoyólotl sobre el movimiento LGBT+ en México, y que se encuentran en el canal de YouTube del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol).
* Roberto García Romero, conocido artísticamente como Roberto Cobo participó en diferentes películas entre las que destacan “Los olvidados” de Luis Buñuel y “El lugar sin límites” de Arturo Ripstein (1977) donde hace el papel de la Manuela. Entre los premios que recibió se encuentra la Diosa de Plata, el Ariel y El Heraldo. Murió el 2 de agosto de 2002 en la Ciudad de México.
¿Qué se tiene actualmente?
A más de 40 años de activismo, y más de un siglo de estar presentes en la sociedad mexicana, la diversidad sexual no sólo se ha ampliado en términos de lucha, sino también se ha diversificado entre sus bases. Aunque la presencia de muestras de afectos en público es más visible que hace 50 años, lo cierto es que sigue habiendo miradas, ofensas y acciones que fomentan el odio… aún queda mucho camino por andar.
Foto: sopitas.com Foto: gob.mx
En cuanto a derechos, se ha logrado una participación mayor y eficaz para obtenerlos como el matrimonio, la adopción, el cambio de identidad, el otorgamiento de seguridad social entre cónyuges, entre otros, por lo que no todo está perdido. Además, se está trabajando en otros logros más como la sanción a aquellas personas que sigan fomentando o practicando los ECOSIG o también denominadas “terapias de conversión”; gente que los practica sigue sin comprender que el mundo ha cambiado, y con él, las prácticas, las percepciones y los estigmas en contra de aquello que es diferente pero con el mismo derecho a existir.
Conocer nuestra basta historia es reconocer las luchas que se han ganado y las que faltan por ganar. Si no se conoce la historia, se está condenado a repetirla, se dice como chiste, pero es anécdota. Por eso es que en este año se celebre la diversidad pero también la histórica lucha que ha permitido obtener lo que ahora se disfruta.