Pedro J. Fernández es un autor mexicano que ha asombrado por su habilidad de escribir, de manera poco convencional, sobre la vida y obra de diversos personajes importantes de la historia de nuestro país.
Los generales Emiliano Zapata y Porfirio Díaz, así como el autoproclamado emperador Agustín de Iturbide han pasado por su pluma, pero esta vez decidió alejarse un poco de la novela histórica masculina, para darle su lugar a las mujeres mexicanas que se atrevieron a romper con los estereotipos de género y lograron forjarse un lugar en la historia.
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¿Cómo fue el proceso de creación de ‘Había una vez mexicanas que hicieron historia’ parte 1 y 2?
La verdad es que quería aprovechar la investigación que había hecho en mis novelas para poder contar estas historias de mujeres que yo había encontrado, entonces hice una lista de mexicanas que me parecieran interesantes para la historia.
El espacio editorial sólo nos permitió escribir sobre 50 mujeres mexicanas, la lista fue complementada por Fa Orozco en el primer libro y dos editoras de Alfaguara; así que durante 6 u 8 meses se escribieron las historias, que posteriormente pasaron a ser ilustradas; fue un trabajo de más de un año.
¿Fue fácil encontrar la información?
En algunos casos, sobre todo en mujeres que vivieron antes del siglo XIX, ellas terminaron siendo pie de página, el apéndice o anecdotario, ya que nunca se les dio la importancia, tristemente. Pero las historias están ahí, nada más hay que rascarle un poquito para poder reconstruir sus historias y escribirlas en primera persona.
Las mujeres que aún están vivas pude contactarlas y entrevistarlas para que ellas contaran su historia.
Eres ganador del ‘Libro del año infantil y juvenil 2020’ por la CANAIEM ¿Qué representa haber ganado este premio como escritor LGBT?
Para mí es muy importante, porque es el libro que a mí me hubiera gustado leer cuando estaba creciendo, porque es un libro que recuerda lo que le decían a las mujeres que no podían hacer algo sólo por su género o por su color de piel.
En el México machista que vivimos, también a la Comunidad muchas veces se nos dice que no podemos hacer cosas sólo por nuestra orientación sexual, entonces para mí era muy importante contar estas historias, poder inspirar a las niñas y a los niños a que se sientan muy orgullosos de quienes son.
También para mí era muy importante romper un poco la barrera del género (…) siempre se nos ha dicho que ‘los niños deben de tener héroes y las niñas heroínas’, incluso niños han leído este libro y empiezan a admirar a varias mujeres, entonces eso para mí eso es romper con los estereotipos de género, estoy muy feliz.
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Es muy necesario contar historias que rompan los estereotipos de género ¿Cómo hacerlo? ¿Bajo qué perspectiva?
Creo que vivimos en un país en donde la historia siempre se ha enseñado de forma machista, también tendemos a ‘blanquear’ a los héroes nacionales, hemos ‘blanqueado’ durante mucho tiempo a Morelos y a Vicente Guerrero, por ejemplo.
Yo considero que eso es muy importante para cambiar la forma en cómo vemos nuestra historia, para entender que aunque somos un país machista, no tenemos una historia en sí machista, porque podemos contar todos los procesos históricos de México, a partir de mujeres como protagonistas, inclusive de mujeres indígenas; también en la Revolución hubo muchos miembros de la Comunidad que destacaron pero que su historia no están en los libros.
Si empezamos a ver a las personas y contar estas historias creo que va a cambiar mucho la forma en cómo vemos el presente.
¿Cuál es tu opinión de los detalles de las figuras, ayuda a deconstruir el machismo cultural o prejuicios? En específico de Emiliano Zapata, a quien retrataste en «Morir de pie»
La pintura de Fabian Chairez es muy importante, para desmitificar la figura de Zapata. Después de su muerte lo hemos convertido en una figura del macho mexicano, que ha hecho mucho daño a la parte histórica.
La exposición de hace un año, ayudó un poco a romper con esta imagen de Zapata que hemos tenido desde hace 100 años. Creo que la orientación sexual es un aspecto biográfico de él, del cual sólo podemos especular, que tiene poco que ver con su legado agrario.
Creo que podemos entender que cualquier figura histórica, alguna vez fue de carne y hueso, que no son intocables y podemos especular sobre la forma en como las vemos actualmente, sobre su lado humano. Si de verdad Zapata fuera gay o bisexual, no le quita nada a su figura histórica.
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¿Te consideras un escritor para la Comunidad?
Sí, siempre he intentado meter esos temas dentro de mis libros, por ejemplo en ‘Morir de Pie’, ‘Yo, Díaz’ (ahí abordo el Baile de los 41), entonces para mí sí es importante. Justamente en mi primera novela ‘Los pecados de la familia Montejo’ escribí sobre una pareja homosexual en el Porfiriato, que sufre de la opresión de ese gobierno conservador, para mí era muy importante contarlo.
Sí me considero un escritor de la Comunidad y espero poder seguir contando estas historias que rompan con los estereotipos de género.
¿Alguna figura lgbt+ que te gustaría plasmar en un libro?
Hay varios personajes de la revolución que me gustaría contar, por ejemplo, está el Coronel Amelio Robles, quizá ahondar un poco más en la vida de Ignacio de la Torre, sí me gustaría escribir un libro completo sobre un personaje LGBT o que la Comunidad lo identifique como tal.
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¿Quién es tu mayor influencia al momento de escribir? ¿Tienes una escritora favorita?
Mi influencia más prominente es Robert Graves con su libo «Yo, Claudio», historia en primera persona, y que por eso yo también escribo en primera persona y hago muchas referencias a él.
Mi escritora favorita es Virginia Woolf, que también representa una parte importante dentro de mi obra, es una autora que habló sobre la sexualidad abiertamente en una época en la que no se podía.
¿Cómo se llevan la ficción con la realidad?
Dramatizo la historia, porque todo parte de una investigación, pero es la forma en cómo se dramatiza, en cómo se pone una voz de un personaje para que se haga más humana y más cercana. Eso hace que el lector se interese mucho más en la época o por los personajes históricos, a diferencia de un ensayo académico.
A veces claro, hay una ‘licencia dramática’ para que la historia quede mucho mejor, pero todo partiendo desde una investigación.